Lavado de manos: La historia e importancia de este gesto habitual

2020-10-02T10:06:29+00:00noviembre 10th, 2020|

Aunque tras realizar algunas acciones, como tocar tierra o tirar la basura, nunca se nos ocurriría el no lavarnos las manos, el lavado de manos no siempre ha sido tan natural y de tan obvia importancia. La pandemia del covid-19 nos ha hecho no solo aumentar la frecuencia del lavado de manos, sino también valorar mucho más sus efectos.

Desde Pharysol, os explicamos la historia tras el descubrimiento de este gesto que ha salvado miles de vidas, por qué es importante y cómo debe ser el lavado de manos correcto.

Historia de cómo la medicina reconoció los efectos del lavado de manos

Aunque la historia de la medicina se remonta a hace miles de años, y se realizaban tratamientos quirúrgicos y medicinales de todo tipo, no fue hasta mediados del siglo XIX cuando el lavado de manos se reconoció como una medida de profilaxis por el doctor húngaro Ingaz Semmelweis (1810-1865, Budapest).

Semmelweis es considerado el padre del control de infecciones a pesar de haber sido ampliamente rechazado por la comunidad científica coetánea, y su descubrimiento ha aportado tanto al campo de la medicina y a salvar vidas que cada 15 de octubre se celebra el Día del Lavado de Manos.

El Dr. Semmelweis trabajaba como obstetra en el Hospital General de Viena, en el cual, esta especialidad se hallaba dividida en dos alas, la primera tratada por médicos y sus alumnos y la segunda solo por comadronas y sus estudiantes.

Semmelweis observó que mientras la mortalidad en la primera sala era del 20% en la segunda, solo era del 2%. Tras esto, lanzó la hipótesis de los médicos y los estudiantes de medicina, tras tratar cadáveres sin haberse lavado las manos transportaban materia putrefacta. Ante esta sospecha, hizo instalar un lavabo ante la sala de partos y en pocos meses la mortalidad materna se redujo, hasta desaparecer.

Esta decisión no fue bien vista por sus superiores y Semmelweis fue apartado de la comunidad médica, ya que “los médicos eran considerados caballeros, y las manos de los caballeros siempre estaban limpias”.

Más o menos de forma coetánea, en Edimburgo, un joven médico de nombre Joseph Líster, supo de los descubrimientos de Pasteur en cuanto a la presencia de microorganismos que podían trasladarse por el aire, y formuló la hipótesis de que quizás las infecciones se producían a causa de ello.

Para probar su teoría, optó por aplicar un antiséptico ya conocido, el ácido carbólico, en una venda encima de la herida, y lavarlo todo con este material, siendo la cura exitosa.

Un día después del primer éxito de Líster, Semmelweis murió por una infección en Budapest. Líster no supo de sus avances hasta 1883, momento en que reconoció a Semmelweis como su precursor.

¿Por qué es tan importante el lavado de manos?

Como ambos doctores descubrieron, nuestras manos están en continuo contacto con sustancias nocivas y patógenos, y actúan como vectores, trasladándolas de un lado a otro. El lavado de manos actúa como una barrera, eliminándolas y evitando posibles daños.

¿Cómo debe ser el lavado de manos correcto?

El lavado de manos correcto no consiste en una rápida pasada de agua por las manos. Para que las manos queden limpias el lavado debe realizarse por al menos entre 20 segundos o 1 minuto. Además, toda la superficie de las manos debe quedar limpia, por lo que os detallamos los pasos para cubrirla toda:

  • Frotar el agua y el jabón, o solución hidroalcohólica, por las palmas de las manos, de arriba a abajo.
  • Frotar entre los dedos, desde abajo hasta las puntas.
  • Frotar la parte externa de las manos, el pulgar y las muñecas.
  • Rascar las uñas de una mano en la palma contraria y a la inversa.
  • Enjuagarlas y secarlas bien con papel.

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